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Cuatro formas de vivir el trabajo

Las personas que aman lo que hacen cuentan con una desarrollada inteligencia emocional. Saben cómo convertir los problemas laborales en oportunidades de aprendizaje. En vez de quejarse o protestar por lo que les falta o por lo que no tienen, suelen valorar y agradecer aquellas cosas provechosas que les aporta actualmente su trabajo.

Como consecuencia de este cambio de actitud, irradian un buen humor contagioso, creando a su alrededor un clima agradable, que además revierte en su propia satisfacción. De manera natural, fomentan relaciones basadas en la confianza y la complicidad. Están a gusto consigo mismas y con su vida profesional. Y así es como suelen sentirse aquellos con los que interactúan, sean jefes, compañeros, clientes o proveedores.

En esta misma línea viven su profesión las personas que se agrupan en el cuarto nivel de actitud: los que “hacen lo que aman”. En este colectivo se encuentran quienes se han alineado con una misión y un propósito que va más allá de ellos mismos. Es decir, aquellos que desarrollan una actividad útil, creativa y con sentido, que verdaderamente contribuye a mejorar la vida de los demás. Se nota que respetan el trabajo que han escogido y hablan de ella con pasión y entusiasmo.

Las personas no deciden movidas por la lógica ni la razón. Por el contrario, sus opciones son fruto de escucharse a sí mismas. Así, la palabra “vocación” procede del verbo latino vocare, que significa “una llamada que viene desde nuestro interior para poner nuestra voz en acción”. Al seguir nuestra vocación, lo que hacemos en la vida se convierte en un fiel reflejo de quienes hemos descubierto que somos. Y el 100% de las veces nos conecta con valores como el altruismo y la generosidad.

Hacer lo que se ama está vinculado con el descubrimiento y el desarrollo de los talentos innatos. De hecho, es una inmejorable oportunidad para desplegar el potencial que reside en cada uno. Tanto es así que estas personas no conciben su función profesional como un trabajo. Para ellas, no tiene sentido hablar de horarios. De hecho, ninguna siente que trabaja. Y sin importar el dinero que ganen, se sienten inmensamente ricas.

Aunque no lo han buscado, suelen disfrutar de una cierta abundancia económica, la cual nunca es un objetivo en sí mismo, sino que siempre viene como resultado de su contribución a la sociedad. Curiosamente, todas ellas –sin excepción– se sienten inmensamente afortunadas y agradecidas por el aprendizaje derivado de todo lo que han experimentado a lo largo de la vida, especialmente de los hechos más adversos y dolorosos. Principalmente porque han sido los que han necesitado para descubrir su lugar en el mundo.

Artículo completo en: http://elpais.com/elpais/2015/04/14/eps/1429031014_693043.html

Posted by Felix Erlichman

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